No es cuestión de nacionalidades, ni de compartir la misma cultura, si no simplemente de mirarse a los ojos y sentir cómo el corazón estalla. Así fue la historia de Stefano y Alejandra, él venido de Italia, ella, de cuna pamplonesa. La Iglesia de San Andrés de Monjardín fue dónde ambos gritaron que sí, que se querían y prometieron que eso jamás cambiaría.