No es cuestión de nacionalidades, ni de compartir la misma cultura, si no simplemente de mirarse a los ojos y sentir cómo el corazón estalla. Así fue la historia de Stefano y Alejandra, él venido de Italia, ella, de cuna pamplonesa. La Iglesia de San Andrés de Monjardín fue dónde ambos gritaron que sí, que se querían y prometieron que eso jamás cambiaría. Celebrando su boda entre los viñedos de las Bodegas Monjardín.
Luego, ya os podéis imaginar, un puñado de sonrisas que no se apagaron en toda la fiesta, abrazos que aún viven en cada foto que hice, alegría porque eso es lo que ellos contagiaban al resto de sus invitados… FELICIDAD, sí en mayúsculas, porque yo la sentí y aún lo hago cada vez que me paseo por los recuerdos que fabricaron aquel día.
¡Enhorabuena bonitos!
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