Uno de los mayores retos que tengo en mi trabajo es convertirme en la fotógrafa oficial de una familia. Pasar de ver nacer a unos niños, a retratar sus bautizos, comuniones, nuevos embarazos… Es tan increíblemente bonito ver crecer a una familia que cuando Jasone me dijo que quería que congelara al pequeño Ibai aún en su tripita pues casi salto de la cama con cámara en mano para regalarles un cofre lleno de imágenes.
Comenzamos la sesión en su casa, siempre me gusta empezar a retratar a las personas allá dónde se sienten más seguros y confiados, y ese lugar suele ser el hogar. Luego salimos a callejear por Sos del Rey Católico en Zaragoza y el sol nos regaló un montón de instantáneas preciosas. Al final, volvimos a casa y retraté con mucho amor al hermanito de Ibai y a su primo.
Qué bonita es la espera de alguien a quien se quiere tanto y aún no ha llegado al mundo.
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