Últimamente me encanta retratar las rutinas de las familias, las realidades más bonitas suelen esconderse bajo sábanas mientras afuera llueve o graniza. Fue así como me acerqué a la casa de Amaia y Tim para ser testigo del segundo embarazo de Amaia.
Nos conocimos cuatro años antes, cuando su primera hija, Noa, vino al mundo. Ahora, los tres esperaban ansiosos conocer la carita de Nico.
Así que mientras el frío se asomaba por las ventanas, retraté la dulce espera de una familia en la cocina, en el sofá donde pasan tantas horas queriéndose y viendo películas de dibujos, en el cuarto de Noa abarrotado de juguetes y creatividad… En su hogar, en definitiva.
Más tarde, salimos a pasear y nos cruzamos con uno de esos atardeceres otoñales que están llenos de naranjas y hojas secas.
Ahora sólo espero, que cada vez que vean sus fotos recuerden todo lo bonito que se esconde bajo el manto de cualquier rutina.
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