Ivana fue mi musa de las comuniones. Hicimos una sesión en estudio en Sangüesa y otra en exterior en Sos del Rey Católico. Cuando me preguntan dónde prefiero fotografiar siempre me viene a la cabeza esta sesión y explico, dubitativa, que a veces prefiero hacer fotos rodeada de naturaleza y otras, en estudio con la luz controlada. Mi trabajo depende en su mayoría, de la conexión que tenga con quién está delante del objetivo, y en este caso, Ivana y yo conectamos tan bien que nunca paro de observar su inocencia en mis imágenes.
En el estudio jugamos con distintas luces y entre risas y clicks nos ganamos la una a la otra. Pero lo mejor fue salir al exterior y tener una tormenta acariciando al vestido de Petritas que Ivana lucía.
Aquella tarde volví a casa sonriendo tanto que dolía, y es que la alegría de Ivana es tan contagiosa como adictiva.
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