Lo que la música ha unido que no lo separe nadie. Hubiera sido un buen comienzo para la boda Íñigo y Bea, ya que ambos viven bailando sobre notas musicales.
A pesar de que en casa de Bea se nos fue la luz unas cuatro veces seguidas, no hubo contratiempo que le ganase a su sonrisa.
El día “B” se celebró dos veces, la ceremonia en la iglesia Santa María de Eunate y la celebración en la Venta de Larrión.
En serio, qué bonito cuando los novios ven su boda como un día que celebrar, donde reír y abrazar constantemente son acciones obligatorias. Al final, el secreto para todo está en la actitud.
Y ellos de eso, tienen de sobra. Como prueba, tenéis sus fotos. Espero que las disfrutéis tanto como yo cuando las disparé.
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